
Es una pregunta que muchos nos hacemos ; ¿ Es posible enamorarse platonicamente via E-mails ? yo dirìa que si . Sobre ese tema tan a la orden del dia nos habla los dos libros de Daniel Glattauer: Contra el viento del norte y Cada siete olas. Lectura entretenida y sin pretensiones, que te atraparà entre sus páginas y no te permite parar de leer. Los protagonistas :
Emmi casada y con dos hijos y Leo vive una relación fracasada desde hace tiempo sin embargo tiene miedo de romper del todo. Un día Emmi manda un email para darse de baja de la suscripción de una revista, pero se equivoca al escribir la dirección y el correo le llega a Leo. Así, de una manera tan casual, comienzan a escribirse divertidos e ingeniosos emails, van conociéndose y olvidando por un momento el mundo real que les rodea. Pero ¿realmente puede prosperar una relación amorosa entre dos personas que no se han visto nunca?Os dejo algunos fragmentos ,los que mas me han gustado ;
¿Has notado que no sabemos absolutamente nada el uno del otro? Creamos personajes virtuales, confeccionamos irreales retratos robot el uno del otro. Formulamos preguntas cuyo atractivo reside en que quedan sin respuesta. Pues sí, nos dedicamos a despertar la curiosidad del otro y a seguir alimentándola al no satisfacerla de manera definitiva. Intentamos leer entre líneas, entre palabras, y pronto entre letras tal vez. Hacemos grandes esfuerzos por juzgar bien al otro. Y al mismo tiempo nos preocupamos de no desvelar nada importante de nosotros mismos.
"...Pienso mucho en ti, temprano por la mañana, al mediodía, por la tarde, por la noche, en los intervalos, un rato antes y un rato después de cada intervalo. Y también durante".
"...No vivimos en ninguna parte. No tenemos edad. No tenemos rostro. No hacemos distinción entre el día y la noche. No vivimos en ninguna época. Lo único que tenemos son nuestras dos pantallas, cada cual de manera escrita y secreta por su cuenta, y compartimos una afición: nos interesamos por una persona absolutamente desconocida.“Durante meses he visto a Emmi en cada mujer bonita que me cruzaba por la calle. Pero ninguna podía compararse con la verdadera, ninguna podía competir con ella, pues mantenía a la auténtica alejada del mundo, socialmente marginada, aislada, toda para mí solo en el ordenador. Allí me recogía a la salida del trabajo. Allí me esperaba antes, después o en lugar del desayuno. Allí me deseaba buenas noches al final de una larga velada. Bastante a menudo se quedaba en casa hasta el amanecer, en la habitación, en la cama, tenía tratos secretos conmigo. Pero, finalmente, en todas las etapas, seguía siendo inalcanzable, inaccesible para mí. Las imágenes que tenía de ella eran tan frágiles y delicadas que no habrían resistido una visión real sin agrietarse y resquebrajarse de inmediato. Esa Emmi creada artificialmente me parecía una filigrana tan fina que se habría desmoronado si la hubiese tocado de verdad aunque sólo fuera una vez. Físicamente no era más que el aire entre las teclas con las que yo la invocaba día a día a fuerza de escribir. Un soplo... y habría desaparecido.”
Escribir es como besa con los labios, Escribir es como besar con la mente